Mi dedo

La torpeza habitual mi llevo a botar un vaso.
El vaso se quebró.
Los vidrios saltaron.
Un vidrió cortó mi dedo.
Mi dedo sangró
El dedo, exagerado como la dueña, sangro y sangró y sangró.
Yo mariada, tuve que ehcarle mucha agua para sacar los vidrios y sentarme para no permanecer en el suelo por el mareo. El dedo sangraba.
Mi papá me envolvió el dedo en un pañuelo para sujetar la sangre.
Mi mamá trajó millones de productos en sprays con la última tecnología de como hacer parar la sangre.
Mis hermanas limpiaban los vidrios en la cocina.
Mi dedo sangraba.
Sin llorar pensaba todo el rato, ya estás grande y es solo un corte, sin llorar...pero pucha que es difícil ¡me dolía!
Al final el dedo sigue sangrando a ratos (después de más de 24 horas del suceso) y yo mil agradecida de mi familia ayudadora.
La pregunta: ¿Cómo me voy a ir a vivir sola el otro semestre, si ni siquiera soy capaz de servirme bebida sin movilizar a toda la casa?
Fin